Por qué expresar las emociones nos puede salvar

Cuando doy un taller sobre cualquier cosa relacionada con las emociones, siempre es importante para mí aclarar el concepto que se tiene sobre ellas. También busco aclarar que no existen emociones positivas o negativas, son tan solo emociones que nos pasan. Ya que si bien algunas son más agradables que otras, es importante aprender a transitar en todas.

Entonces, pongo a reflexionar a las personas sobre cuantas veces han optado por reprimir algunas emociones más que otras y cuán satisfactorio o saludable fue para ellas. Es allí donde surge esta nueva mirada hacia sí mismas, donde la dificultad no radica en lo que sienten, sino en como y cuando lo expresan. Es decir, en sus habilidades para comunicar lo que sienten.

Aprender a expresar adecuadamente lo que sentimos, es una de las habilidades de la inteligencia emocional que muchas veces hemos desarrollado en menor proporción. Esto puede estar relacionado con los factores ambientales, como una cultura adultocentrista donde prevalecía una comunicación vertical y donde nuestros sentimientos y pensamientos fueron poco escuchados y validados. Por otra parte, la cultura de la "felicidad" dificulta la adecuada gestión emocional en dicho ambiente, colocando presión por ser optimistas o positivos todo el tiempo. Es así, que se convierte en una nuestra responsabilidad trabajar en los aspectos que nos dificultan el desarrollo de la sana expresión de las emociones, lo cual significa desestructurar aquello que hemos adquirido sin reflexionar su efecto en nuestra vida.

Expresar nuestras emociones tiene muchos beneficios, pero sobre todo lo más difícil puede ser la expresión de emociones como la cólera y la tristeza. Poder reconocer y aceptar estas emociones, es el primer paso para gestionarlas adecuadamente. Asimismo, poder trabajar en experiencias dolorosas puede ser oportunidad para revisarlas y re asimilarlas bajo una perspectiva muy distinta a la que solíamos tener.