Frases internas que intoxican
- Lic. Karla Da Cruz
- 26 jun 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 11 oct 2024
"¿Somos conscientes de cómo nos hablamos? Mantener un diálogo hipercrítico puede agregar más estrés y malestar a nuestras vidas."

Pienso en mi niñez y recuerdo la vez que comí mariscos. Mis padres solían comer afuera el primer día del año y fuimos a comer a un restaurante de comida norteña. En aquella época los restaurantes no servían menú para niños, así que comíamos la misma comida de los adultos. Mi madre se preocupaba mucho de que comiera, así que a pesar que no me gustaba la comida, muchas veces tuve que comer. Recuerdo que aquella vez, después de aquel almuerzo, por la noche empecé con vómitos y fiebre. Al día siguiente que me llevaron a doctor, me diagnosticaron una intoxicación por haber comido mariscos.
En el ejemplo anterior, ante elementos patógenos procedentes de los alimentos, mi sistema inmunológico reaccionó con signos evidentes (los vómitos y la fiebre). De este modo cumplía la misión de expulsar los elementos que eran potenciales amenazas para mi vida y preservó el equilibrio de los sistemas, salvándome.
Comparo esto con nuestros pensamientos y emociones, ya que, en mi experiencia, detectar pensamientos tóxicos no es innato, sino una habilidad desarrollada conocida como autoconciencia
Diálogos internos que mantenemos
L. inició la sesión hablando de lo tensa que se sentía cuando hablaba en las reuniones de su trabajo. Fuimos explorando dicha tensión, le pregunté donde la experimentaba y le pedí que le de voz como si esa parte del cuerpo le hablara. En esa conversación entre el pecho (donde sentía una opresión), esta parte del cuerpo le decía "no debes ponerte así, no vas conseguir el respeto de tus compañeros"; "mientras mas tensa te pones es peor", "habla segura, sino parecerás tonta" entre otras frases. Le consulté donde había aprendido esas frases y me dijo que en realidad estas frases le habían ayudado siempre a superar momentos similares.
Nunca se había cuestionado si las frases que usaba en su diálogo interno seguían siendo útiles o la llenaban de mucha más ansiedad. En esta sesión Laura empezó a revisar el lenguaje usado en sus diálogos internos y se dio cuenta como este moldeaba su respuesta a las situaciones estresantes de su vida.
El caso de L. es similar al de muchas personas que, diariamente, mantienen un diálogo interno sin cuestionarse si las frases que se dicen a sí mismas son saludables o útiles. Para ella, estas frases habían sido un estímulo para superar momentos de vergüenza o miedo ante situaciones similares, y le habían ayudado a lograr éxitos académicos y profesionales. Sin embargo, llegó un punto en su vida en el que era necesario revisar si estas frases seguían siendo funcionales.
Quiero ser enfática al decir estos, en verdad tenemos la capacidad de identificar las frases tóxicas que nos decimos a nosotros mismos y de observar los pensamientos asociados a ellas. Entonces resulta fundamental reconocer cómo nuestro lenguaje y pensamientos influyen en la regulación de nuestras emociones.
Reconocer como nuestro lenguaje y pensamientos pueden ayudarnos a tener bienestar
La relación entre pensamiento y lenguaje es muy relevante. El estudio de la relación entre estas dos funciones cognitivas ha permitido entender cómo lo social interviene en la educación de los seres humanos, modificando las conexiones neuronales y la conducta.
A partir de las experiencias de socialización, se va configurando la mente de las personas, lo que también permite que vayamos desarrollando un tipo de diálogo interno con nosotros mismos. En ese sentido, reconocer cómo es nuestro diálogo interno y cómo influye en nosotros es el primer paso para obtener mayor bienestar.
Como en el caso de L., en algún momento esas frases "le ayudaron" a conseguir los resultados que deseaba, pero el costo fue muy alto, ya que significaba tejer una madeja de pensamientos que justificaban continuar "usándolas", pero que le causaban un gran malestar. No se trata solo de decirse cosas negativas de vez en cuando, sino de hacerlo con frecuencia. También es cierto que no siempre vamos a decirnos las mejores frases o ser positivos todo el tiempo; no obstante, ¿somos conscientes de cómo nos hablamos?
Hacernos conscientes implica entender cómo repetirnos estas frases a diario contribuye a estructurar nuestra manera de vernos a nosotros mismos, al entorno y a la forma en que nos sentimos. Mantener un diálogo hipercrítico, con frases como las del caso descrito, agrega más estrés y malestar a nuestras vidas.
Como transformar nuestro diálogo interno
"Transformar nuestro diálogo interno no solo es un reto emocional, sino también un primer paso hacia un mayor bienestar."
En primer lugar, iniciar un proceso de transformación del diálogo interno parte del deseo de cambio y de la insatisfacción con cómo nos va en la vida. A veces solo queremos hacer pequeños cambios o que cambien los demás. En terapia, nos damos cuenta de que nos vaya mejor en la vida depende principalmente de nosotros y del manejo que hacemos.
Llegar al punto de descubrir lo mucho que influye en nuestra gestión emocional nuestro diálogo interno es todo un desafío. Dejaré unos tips, pero es importante mencionar que si la persona se encuentra en un punto de gran tensión o inestabilidad emocional, es mejor consultar a un especialista en salud mental.
Practica la autocompasión: Kristin Neff propone tres pasos: Conciencia plena (darse cuenta de las emociones y permitirse sentirlas), Humanidad compartida (reconocer que no somos los únicos que pasamos por esa situación) y Amabilidad con uno mismo (usar un trato suave y respetuoso con uno mismo en lugar de criticarse).
Meditación: La práctica continua de la meditación permite transformar a nivel cerebral las conexiones sinápticas, lo cual se evidenciará en la manera de responder ante las situaciones.
Identificación de las rutinas de pensamiento: Diariamente estamos llenos de pensamientos que nos llevan a otros pensamientos, por lo que es importante identificar las rutinas de pensar y cuando nos estamos alejando del presente.
Permanece en la experiencia presente: Una práctica común es estar pensando en lo que haremos o lo que no hemos hecho. Recordemos que solo tenemos la posibilidad de accionar en el presente. Por eso, atender la experiencia en el presente significa estar allí donde está ocurriendo la acción, con todos nuestros sentidos puestos en ella.
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